Retraduciendo “Una tarde”, de Samuel Beckett. (Dossier Traducción)

Introducción de Zacarias Marco

Samuel-Beckett

 “Un soir” guarda una obvia relación con “Mal vu mal dit”. El primero fue escrito en el otoño de 1979, la entrega del segundo al editor es de diciembre de ese mismo año. Podríamos entender “Un soir” como un primer boceto o, quizás, de un texto germinal, inspirador del evolucionado y complejo tratamiento que terminaría convirtiéndose en “Mal vu mal dit”, uno de los tres textos más extensos de la última prosa de Beckett, junto con “Compagnie” y “Worstward Ho”. Pero esta lectura corre el peligro de disminuir su importancia, algo que sería, creo, un grave error. “Un soir”, “Una tarde”, es, por derecho propio, uno de los textos más impresionantes de Beckett. Una miniatura que alberga una riqueza y una belleza insospechada. Debo este descubrimiento a Antonia Rodríguez Gago, gran beckettiana y traductora de varios de sus textos, avalada incluso por el propio autor. Pero no leí primero su traducción al español sino el texto en su versión inglesa, “One evening”, versión que escribiera el propio Beckett en el otoño de 1980. Durante muchos años fue ésta mi lectura, un texto que contiene alguna de mis frases favoritas de Beckett. Cuando, finalmente, leí la traducción de Antonia me pareció muy buena, pero que quizá podría mejorarse. Eso intenté. Va por delante que si hubiera partido de cero mi traducción sería con seguridad notablemente peor que la suya.

Se deduce de esto que la razón por la cual emprendía la tarea, sobre la base del texto de Antonia, fue el sentimiento de una inadecuación, esto es, me sentí concernido por esa herida siempre presente en Beckett de la imposibilidad de la elección correcta. No pudiendo hacerla, se trataba de escoger la mejor entre las opciones posibles. Me pareció que para alguna frase del texto, al final fueron una de cada tres, podría haber una mejor opción. Excepcionalmente hubo una corrección que afectaba a la comprensión de la frase. Ocurrió con “Any flower wide of her course she reaches sidelong”, que Antonia tradujo, creo que erróneamente, por: “Coge inclinándose de costado cualquier flor a lo largo del camino”. Yo preferí traducir por: “Que una flor aparece alejada de su trayecto se desvía a por ella” recuperando tanto el ritmo como el sentido del francés original: “Qu’une fleur paraisse à l’écart de son trajet elle y va de biais”. Hubo otra corrección al sustituir la orientación “Oeste-Norte-Oeste” por la más admitida “Oeste Noroeste”.

El resto de los cambios no son correcciones, son elecciones de estilo, elección de palabras y de ritmo principalmente. Obviamente es sobre estas diferentes elecciones sobre lo que recae todo o casi todo el interés de la traducción. Pongo algunos ejemplos. No me gustaba el inicio de la primera frase del texto. Antonia tradujo “He was found lying in the ground” por “Se le encontró tendido en el suelo”. Yo opté por “Fue encontrado tendido en el suelo”. Me pareció que capturaba mejor la rotundidad de las primeras frases del texto. Por la misma razón preferí “No tan rápido” (“Not too fast”), una frase sumamente importante en el texto, al algo más flojo “No tan aprisa”. Lo mismo ocurre con “Unas gotas si queréis. Unas gotas por la mañana si queréis” (“A few drops if you will. A few drops in the morning if you will”), en vez de “Unas gotitas si queréis. Unas gotitas por la mañana si queréis”.

Pongo ahora algún ejemplo donde es el ritmo el que precipita mi elección. Antonia había traducido “Surprised to have seen no one on the way she strays feverishly in search of the wild flowers. Feverishly seeing the imminence of night” por “Deambula febrilmente en busca de flores silvestres sorprendida de no haber encontrado a nadie por el camino. Dándose cuenta febrilmente de la inminencia de la noche”. Yo preferí, en cambio, “Sorprendida de no haber encontrado a nadie deambula febrilmente en busca de flores silvestres. Febrilmente ante la inminencia de la noche.” Aquí la segunda frase sonaba demasiado barroca en la traducción de Antonia, algo que se evitaba suprimiendo palabras. Esta vez era afortunadamente posible seguir el gusto de Beckett. Además, el ritmo que imprime el “febrilmente” me parece aquí más cercano al original. Idénticos motivos de ritmo y economía se pueden seguir en la mayor parte de las elecciones, como por ejemplo, “época de cría” en vez de “época de parir las ovejas”, supresión que podía hacerse dado que la siguiente frase menciona los inexistentes corderos.

Por último, me gustaría decir algo a propósito de las interpretaciones que se han dado al texto. Me interesan menos las referencias literarias (Job, King Lear, Divina Comedia) o biográficas (madre, lugares de la infancia) que las derivadas de la estructura del texto. Aquí sí se abre todo un mundo que, aun siendo conjetural, me sigue pareciendo apasionante. Por ejemplo, cuando al inicio del texto se describe el encuentro y se añade a continuación “Por dejarlo impreciso”, se arroja una sombra de duda sobre el tipo de encuentro al que asistimos. Cuando el texto se interroga más adelante sobre si la enlutada vieja lo había visto con anterioridad, esta vía es frenada con un “No tan rápido” que obliga a un renovado desarrollo del cuadro. Y cuando esta descripción amenaza con cerrarse vuele un nuevo “No tan rápido” a exigir más pinceladas al paisaje. El texto se elabora a sí mismo. Lo hace siguiendo leyes de orden y de simetría (“Esto parece encajar”) que afectan a ámbitos diversos (geografía, clima, astronomía), pero también introduce lo aleatorio e incluso la colaboración del lector. Para mí, “¿Lluvia? Unas gotas si queréis. Unas gotas por la mañana si queréis”, tiene una magia indescriptible. Y todo esto no tendría verdadero alcance si la ejecución del conjunto fuera en sí aleatoria. No lo es en absoluto. Nos cuenta una historia que va obviamente más allá de lo que vemos, pero ¿qué es? Sólo podemos dar lecturas personales. Creo que sería un crimen leerlas sin haber leído este texto, sin ninguna referencia previa, varias veces. Sólo para el que haya hecho esa experiencia podemos decir, podemos decir que la anciana se encuentra con su muerte sin saber a lo que asiste, y va sumando extrañamientos sucesivos hasta llegar al amado muerto que agarró flores para ella, cuando era ella quien acostumbraba agarrarlas para la tumba de él; y así ella casi está tocando, en este ahora que ocurrió hace mucho, el momento de recibir ella esas flores, el momento en que ni su cuerpo dé ya sombra ni su vestido produzca sonido alguno al rozar… Es en ese desvanecerse último con el crepúsculo que todo esto parece encajar, como dice el texto, pero no hablemos más de ello.

UNA TARDE

Fue encontrado tendido en el suelo. Nadie le había echado de menos. Nadie le buscaba. Una anciana lo encontró. Por dejarlo impreciso. Sucedió hace tanto tiempo. Deambulaba en busca de flores silvestres. Sólo amarillas. Con ojos sólo para éstas tropezó con él tendido allí. Tumbado boca abajo y con los brazos extendidos. Llevaba abrigo a pesar de la época del año. Oculta por el cuerpo una larga fila de botones lo abrochaba de arriba abajo. Botones de todas las formas y tamaños. Puesto de pie los faldones rozarían el suelo. Esto parece encajar. Cerca de la cabeza un sombrero arrugado descansaba en el suelo. A la vez sobre el ala y la copa. Pasaba inadvertido gracias al abrigo verdoso. Para alguien que observara desde lejos sólo habría saltado a la vista la cabeza blanca. ¿Lo había visto ella antes en algún sitio? ¿De pie en algún sitio antes? No tan rápido. Ella vestía toda de negro. El borde de su larga falda negra rozaba la hierba. Era el final del día. Si ahora se moviera hacia el Este su sombra la precedería. Una larga sombra negra. Era época de cría. Pero no había corderos. No veía ninguno. Si por casualidad una tercera persona pasara por allí vería únicamente sus dos cuerpos. Primero el de la anciana de pie. Después acercándose el otro tendido en el suelo. Esto parece encajar. Los campos desiertos. La anciana toda enlutada inmóvil. El cuerpo inmóvil en el suelo. Amarillo al final del brazo negro. El pelo blanco sobre la hierba. El Este hundiéndose en la noche. No tan rápido. El tiempo. Cielo cubierto todo el día hasta el atardecer. Por fin apareció el sol cerca del límite Oeste Noroeste. ¿Lluvia? Unas gotas si queréis. Unas gotas por la mañana si queréis. De momento para concluir. Sucedió hace tanto tiempo. Recluida en casa todo el día sale con el sol. Se apresura para llegar al campo. Sorprendida de no haber encontrado a nadie deambula febrilmente en busca de flores silvestres. Febrilmente ante la inminencia de la noche. Observa con sorpresa la ausencia de corderos en gran cantidad por aquí en esta época del año. Lleva el luto que se puso cuando enviudó joven. Es para reponerlas en su tumba que deambula en busca de las flores que él había amado. Pero de no ser por la necesidad de amarillo al final del brazo negro no habría ninguna. Por lo tanto sólo hay las menos posibles. Esta es para ella la tercera sorpresa desde que salió. Ya que suelen crecer en abundancia por aquí en esta época del año. Su vieja amiga su sombra le molesta. Hasta tal punto que se vuelve hacia el sol. Que una flor aparece alejada de su trayecto se desvía a por ella. Ansía el final del ocaso para deambular libremente en el resplandor crepuscular. Se añade a su angustia el familiar susurro de su larga falda negra sobre la hierba. Avanza con los ojos entreabiertos como atraída por el resplandor. Quizá se diga a sí misma son demasiadas cosas para una sola tarde de marzo o abril. Nadie a la vista. Ni un solo cordero. Casi ninguna flor. Sombra y susurro molestos. Y por si esto fuera poco el susto de tropezar con un cuerpo. Casualidad. Nadie le había echado de menos. Nadie le buscaba. El negro y el verde de sus ropas tocándose ahora. Cerca de la cabeza blanca el amarillo de las pocas flores arrancadas. La vieja cara iluminada por el sol. Tableau vivant si queréis. A su manera. Todo en silencio de ahora en adelante. Mientras ella no se mueva. El sol desaparece al fin y con él toda sombra. Toda sombra aquí. Lento desvanecerse crepuscular. Noche sin luna ni estrellas. Todo esto parece encajar. Pero no hablemos más de ello.

Intervenciones de Zacarías Marco sobre la traducción de Antonia Rodríguez Gago.

Comments

  1. Esta traducción de esta maravilla de Beckett ( sería imposible acá hablar de este texto, uno se afecta, tiembla en cada matiz-decisivo matiz estofa de todo), esta traducción parte de algo básico » la herida de que no exista le elección correcta y ser concernido por eso »
    «Todos los caminos son equivocados pero algunos nos convienen más» escribía Beckett y entiendo ese » convenir» como el instinto de dejarse arrastrar por el caos sabiendo que » viene la avalancha» como escribe Federman en un breve poema a su amigo Sam.
    Esta traducción está ahí a merced de la avalancha y lo trasmite así.
    Abrazo y gracias
    Milita Molina

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  2. Hugo Savino says:

    Muy bueno lo que dice Milita Molina. No sé decirlo mejor.
    La traducción de Zacarías nos trae la respiración de Beckett, el ritmo como diría Meschonnic.
    Esta traducción desanda la normalización sintáctica, está escrita.
    Hugo Savino

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  3. gracias por esta maravilla.

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  4. Me ha gustado mucho lo que dice Milita sobre que uno se afecta cuando intenta hablar de este texto. Me parecía importante decir algo y por eso me animé a hacerlo en las últimas líneas, aunque se corría el peligro de introducir otro acompañamiento al que hace la lectura del texto. Lo salvé como pude. Seguí el impulso de dejar esa caja abierta.
    Gracias por los comentarios.
    Zacarías.

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