La ficción, el amor y la muerte (parte I)*

El arte teatral, configura una forma estéticamente lograda de simbolizar la castración, dado que las escenas dramáticas plantean en su verdad los conflictos más esenciales y rodean los núcleos traumáticos residuales de la historia libidinal, con un placentero borde erógeno, hecho de bellas metáforas poéticas.

De modo que las prácticas artísticas posibilitan la resolución sublimatoria de   los goces residuales, que a través de su insistencia pulsional repetitiva, horadan la coraza defensiva del Yo y desestabilizan al sujeto.

Así, escribe Badiou (2005:89): “Aferrado desde lo alto a las formas más sofisticadas del debate de ideas, el teatro organiza la energía que proviene de abajo, del
pantano de las pulsiones, de todo lo real subjetivo que todavía no ha sido simbolizado”.

El teatro posibilita exponer en la escena, a través de las acciones dramáticas, los profundos conflictos existenciales irresueltos -efectos de   los deseos incestuosos reprimidos y los goces repudiados más esenciales- , que siempre pugnan por encontrar canales sintomáticos de expresión, cuando el sujeto carece de eficaces mecanismos sublimatorios de resolución.

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“LA FOTOGRAFÍA TIENE UNA FUNCIÓN DE CONECTIVIDAD”. Entrevista a Alejandro León Cannock

Por Ani Bustamante

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El nuevo Portal El arte y el diván  es un espacio para explorar en las distintas artes, a partir de una mirada psicoanalítica, ya que, desde siempre, ambos quehaceres parten, a la vez que se dirigen, a interrogar eso extraño que habita en el centro mismo de la existencia, lanzándonos a una condición de extranjera con nosotros mismos.

Comporta hoy, una entrevista que hice al fotógrafo y filósofo Alejandro León Cannock, quién además tiene una columna en dicho portal


En la actualidad no interesa lo que representa la imagen sino lo que la imagen permite hacer en términos de conectividad en estas nuevas comunidades virtuales de las redes sociales, reflexiona en la presente edición de El arte y el diván, el filósofo y fotógrafo Alejandro León Cannock, quien categóricamente señala que la fotografía hoy en día es “tan cliché que sin duda colabora en mantener el pensamiento en una especie de opio”.

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Fuente: El arte y el diván

Sobre La Clausura del Amor de Pascal Rambert

Por Ani Bustamante

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Pocas veces se experimenta en (y con) el teatro una entrega semejante a la que asistimos en La Clausura del Amor: estallidos de fibra sin-nombre, ecos de un decir que nunca logra pronunciarse del todo, desfallecimiento. Esto es lo que me deja la brillante obra de Pascal Rambert, dirigida por Darío Facal y actuada por Lucia Caravedo y Eduardo Camino.

La obra plantea un final, enunciado desde el título como “clausura”, que nos llevará por una experiencia que cruza el lenguaje y la existencia misma. Estamos delante de lo más crudo y cruel de la vida, de todo aquello que fue velado por obra y gracia del amor. Jacques Lacan dice que el amor funciona como suplencia de aquello que no hay, y hace que allí, en la falta misma, en la grieta que nos constituye, surja una posibilidad, un teatro quizá, en el que se ponga en juego un sentido.

A partir de la clausura del amor, todo el teatro y el sentido tambalea; y esto es lo que nos muestra magistralmente la obra, ya que, capa a capa, va destejiendo los hilos de la representación mientras la palabra de amor cesa y el mundo parece  derrumbarse. Este es el punto que me interesa y parece mejor logrado de la obra, el punto que hace de ella algo que va mucho más allá de la historia de una pareja y su separación.

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Empieza la representación

Luces blancas sobre un amplio escenario vacío.

Este es el final, dice él. Ella enmudece. 

A partir de aqui, Audrey y Stan llevan las palabras hasta el limite en el que éstas desfallecen, mientras sus cuerpos se enredan en los vacíos del lenguaje. Los protagonistas son una pareja de actores y la obra transcurre en un teatro, en medio de las luces blancas del ensayo. Escenario desnudo, teatro vacío.  Final.

¿Cuál es la representación? ¿Se puede representar un final?

¿Qué resta después de la escena del amor? ¿es el amor representable? ¿se puede seguir confiando en la representación para cobijar el cuerpo y velar nuestra desnudez?

Dice Stan: las cosas solo existen porque son dichas

¿Y qué sucede con lo imposible de representar, de decir, de nombrar?

Negro…

Se apagaron las luces, parecía no quedar rastro de nada, salvo un hueco en el pecho, una inmovilidad en el cuerpo. Desconcierto. Fin de la obra. Aplausos.

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Los sonidos de eros, entrevista de Lima en Escena

Hoy, 3 de septiembre, se celebra el nacimiento de Chabuca Granda. Volveré a transitar sus calles, puentes y alamedas,  en esta ocasión de la mano de Rosana López Cubas de Lima en Escena , quien hace un par de años me realizó la entrevista que transcribo, con gratitud, aqui:

Ani Bustamante

Ani Bustamante: “Chabuca convirtió en poesía todo aquello que era discriminado por el discurso patriarcal”

Autora del libro “Los sonidos de Eros, un recorrido por la obra de Chabuca Granda”, nos habla sobre este interesante “jam sesión”

Su música, su baile, su canto, la nutrió desde niña, en el hogar familiar, en donde Chabuca Granda trascendía a través de sus poéticas y seductoras canciones las cuales eran celebradas con algarabía en esta morada. Si bien todo el arte de nuestra gran compositora la tenía seducida, embriagada, es a partir de su condición de extranjera en España, mientras realizaba su doctorado en psicoanálisis que Ani Bustamante retoma inconscientemente este entrañable vínculo, este diálogo con la autora de “La flor de la canela”, para aproximarse e interpretar, desde su particular mirada, parte de su valioso legado poético.

Así, y fruto de este reencuentro nace: “Los sonidos de Eros, un recorrido por la obra de Chabuca Granda”, poético y excelente ensayo, una sesión musical o un “jam sesión”, como bien lo define la autora, que destaca su problemática contemporánea como el amor, la sexualidad y el mestizaje. Al respecto Lima en Escena entrevistó a la autora.

-Ani, nos gustaría saber sobre tu relación con Chabuca Granda. ¿Cómo surge este vínculo con la poeta, la compositora, la intérprete…?

-Chabuca Granda fue figura central en la vida de mi familia. Su música fue como el nudo que entrelaza varios hilos sueltos, las primeras huellas de disfrute, de baile, de canto, llevan su marca. Sin embargo, “este” vínculo con ella, el íntimo de la escritura, surgió siendo extranjera en España, allí la reencontré y recién allí fui consciente de la manera como había marcado mi vida

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La luz de Norberto Gómez

Por Hugo SavinoNorberto-Gomez

Hay un principio de desacato en la obra GómezGómez no hace personajes congruentes, imágenes acabadas, ilustraciones para traducir. Hace materia afectiva, vivencia de poema, hilos de un sistema nervioso.

Y la obra Gómez ya se separó de las teorías que se suceden cada cinco años. Gómez ni siquiera las considera un lastre. Nunca se enroscó ahí. Las deja atrás en el uso del tiempo.

Alguien dijo que el artista es el único que no tiene el arte, tiene todo menos el arte. Lo está haciendo. Uno quiere gritárselo a la estandarización de la obra de arte. Sorda de toda sordera.

Norberto Gómez es un artista en su taller, solo, sin ismos, sin ortodoxias, sin vanguardias, no hace lo que sabe, hace lo que no sabe, lo que no está hecho. Mientras el griterío de lo postmoderno hace lo hecho una y otra vez. Norberto Gómez se relee para arrancar, no para repetirse. Busca lo desconocido que tiene adentro.

Creen tener la noción de lo moderno y sólo tienen la repetición. La obra de Norberto Gómez es moderna porque está activa en el presente, y tiene todo el futuro de la obra activa.

Miro esta obra Gómez –saco la preposición de- y ahí está Gómez, sóNorberto-Gomez-
lo la fuerza Gómez, que se liberó del escultor como papel social, se liberó de la escultura y del dibujo como promesas de garantías, y su libertad se transmite al que mira. Gómez, su obra, nunca está donde lo espera la retórica de lo moderno, de los que tienen ínfulas de modernos, y que no saben que sólo son contemporáneos que dicen una y otra vez todos los lugares comunes del facilismo de la estética. Ni siquiera saben qué es un moderno. Esperaban a Norberto Gómez en la esquina de la retórica que les da esos pequeños poderes de jueces, y la obra Gómez los desorienta porque aparece activa en el presente de un futuro que se les escapa. Desacata los mandatos. No hay que ver esta obra con los ojos de la historia del arte, con lo ya hecho, la fidelidad a la historia del arte nos llena los ojos de palabras, nos da toda la argumentación que nos vuelve ciegos, y sordos. No se mira con esa historia, o al menos, hay que saber que ese pasado es una constante reinvención, tampoco se mira esta obra con los imperativos de lo contemporáneo, se mira con el cuerpo, hay que acompañar lo nuevo, aceptar que nos faltan las palabras. La obra se está haciendo ahí, en nuestra visión y nuestra visión se transforma con la obra. La obra de Gómez siempre se está haciendo, es inacabable. Hay un academicismo de lo modernísimo, que se come la cola en el sacerdocio del arte moderno. La estética vive enamorada del arte. Y sólo le habla a la estética. Vive mal el desacato. Y Gómez no hace estética, hace obra.

Norberto Gómez escucha con las manos.

Fuente: Entrelazos

Cuando la mirada muerde

Por Ani Bustamante

“la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”

(Alejandra Pizarnik)

Foto: Amparo Garrido, colección «SOY TU»

Hace unos días se llevó a cabo en Lima la feria de arte “Art Lima”, la puesta en escena llevaba toda la parafernalia del “mercado” del arte, lo cual resulta interesante para una paseante como yo, que busca pescar un signo que convoque la mirada. Esto ocurrió, en medio de ese exceso contemporáneo y sus pliegues, en medio de la pose naif de aquellos que van a la caza del nombre, la imagen y el status.

Hay que poner en marcha una resistencia, poner el ojo en el margen o como diría Eva Lootz: «en el rabillo del ojo se ve lo que está a punto de aparecer»¹

Allí, resistente e intempestiva, un signo convocó mi mirada, fui mordida. Comunión entre obra y sujeto, alquimia del deseo que no se da sin transformación subjetiva.

Algo me mira, descubro esos ojos. No son mios, son Otros, lejanos e íntimos.

Las ferias de arte están afectadas, que duda cabe, por el goce de la época, allí la mirada se multiplica en un juego que parece no saber de limites. La mirada lo quiere todo, mira todo, y todo, como pretensión absoluta, es una mentira. Los sujetos posmodernos se ofrecen como vitrinas para ser mirados, mirando. El objeto arte es un medio para que este juego de espejos tenga lugar. Quiero que me miren mirar arte. Esto nos lleva a constatar que cuando de mirada se trata, lo relevante no está en el hecho mismo de mirar algo, sino por el contrario, en el hecho de ser mirados por ese objeto. Eso nos mira, he ahí la potencia de la obra de arte. Somos capturados por un pedazo de mundo que nos es imposible definir con categorías racionales, somos capturados por un agujero en la representación, cuya potencia revela una existencia que no se reduce, ni se reducirá jamás, a ser medida o contabilizada.

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Aproximaciones audiovisuales a la película “Her” de Spike Jonze

Por Jean Paul Cartagena*

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Me gusta encontrar películas con un punto de vista de autor, que tienen algo que decir con recursos audiovisuales, con ganas de resolver un problema a través del arte. Son ese tipo de películas de las cuales uno sale diferente de cómo entro.

Por eso me entusiasma la última película de Spike Jonze “HER” contextualizada en un futuro no muy lejano; en donde los programadores y marketeros lograron crear un mundo horriblemente perfecto, adecuado a las necesidades de todos.

En “Her” la historia de amor es la de siempre: alguien se enamora de alguien. Y aquí se complica todo, porque ese otro es una computadora muy sofisticada que descifra las necesidades más íntimas.

 

A su director Spike Jonze lo recuerdo muy afinado trabajando video clips, soltando ideas frescas sobre los ritmos contemporáneos, pero también es reconocido por su fino hilado en la escritura del guión. Y en “Her” el desarrollo conceptual que parte del guión, es la fuerza que potencia toda la película. Uno termina de verla y se queda con esa sensación de encontrar algo patético en el desenmascaramiento de las coordenadas del “ser enamorado” dentro de los ejes del deseo y la necesidad.

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Sobre Mil Mesetas

Por Ani Bustamante

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Leo Mil Mesetas de Deleuze-Guattari, el efecto del texto va resonando en mi cuerpo, devengo maquina de escritura, me embriago de sonidos inaudibles. En el límite del territorio familiar, pueden pasar, por lo menos, dos cosas… o un repliegue aterrorizado para afirmar una despótica racionalidad sin riesgos, o de despliegue hacia ese territorio que sacude los viejos pilares en los que el yo se siente tan cómodo.

¿Cómo efectuar el movimiento?

Delueze-Guattari señalan que la música es una de las vías más propicias para realizar desterritorializaciones, ningún pueblo se levanta por una bandera roja, pero si por una marcha, afirman.

Al despertar de un sueño en el que la palabra «máquina» no dejaba de resonar y enlazarse a otros significantes, desayuno y pongo música. Entro a este Trazo para lanzar unos fragmentos de Mil Mesetas,  un video-arte de Jorg Staeger y darle lugar al movimiento.

Entre tanto,  sigo escribiendo algunas fugas para las próximas Jornadas sobre Deleuze en Lima

Un tejido presenta en principio un cierto número de características que permiten definirlo como espacio estriado. En primer lugar, está constituido por dos tipos de elementos paralelos: en el caso más sencillo, unos son verticales, otros horizontales, y los dos se entrecruzan, se cruzan perpendicularmente. 

En segundo lugar, los dos tipos de elementos no tienen la misma función; unos son fijos, y los otros móviles, pasando por encima y por debajo de los fijos.  En tercer lugar, un espacio estriado de este tipo está necesariamente delimitado, cerrado al menos por un lado: el tejido puede ser infinito en longitud, pero no en anchura, pues ésta está definida por el marco de la urdimbre; la necesidad de un ida y vuelta implica un espacio cerrado (y las figuras circulares o cilindricas también son cerradas). Por último, este tipo de espacio presenta necesariamente un revés y un derecho; incluso cuando los hilos de la urdimbre y los de la trama tienen exactamente la misma naturaleza, el mismo número y la misma densidad, el tejido reconstituye un revés al quedar sólo de un lado los hilos anudados….

…existe toda una navegación nómada empírica y compleja que hace intervenir los vientos, los ruidos, los colores y los sonidos del mar… el mar, arquetipo del espacio liso, ha sido también el arquetipo de todos los estriajes del espacio liso: estriaje del desierto, estriaje del aire, estriaje de la estratosfera (que hace que Virilio pueda hablar de un «litoral vertical» como cambio de dirección). En el mar fue donde primero se dominó el espacio liso, y donde se encontró un modelo de organización, de imposición del estriado, válido para otros sitios. Lo que no contradice la otra hipótesis de Virilio: al término de su estriaje, el mar vuelve a producir una especie de espacio liso, ocupado primero por el fleet in being, luego por el movimiento constante del submarino estratégico, que desborda todo cuadriculado, que inventa un neonomadismo al servicio de una máquina de guerra todavía más inquietante que los Estados que la reconstituyen en el límite de sus estriajes. El mar, luego el aire y la estratosfera vuelven a ser espacios lisos, pero para mejor controlar la tierra estriada, en la más extraña de las inversiones…

 

Las imágenes en el mundo digital

Por José Milmaniene

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El lugar que deben ocupar, en las sociedades de consumo, el sujeto del inconsciente el discurso psicoanalítico que le es inherente, tiene que ser preservado del embate hegemónico de la tecnociencia y del mundo digital, que tienden a relegar la dimensión existencial-desiderativa del Ser.[1]

Ahora bien, el desarrollo y despliegue de los dispositivos técnicos y científicos, no se oponen en forma obligada a la emergencia de la singularidad subjetiva, a condición de que enfrentemos con serenidad (Gelassenheit) ‒sin enajenarnos‒ los beneficios de los instrumentos y objetos que nos ofrece el mundo científico y técnico.

Así, tal como piensa Heidegger[2], debemos dejar entrar a los artefactos técnicos en nuestras vidas cotidianas, al mismo tiempo que debemos mantenerlos afuera, es decir, tenemos que sostener con ellos un vínculo simultáneo de afirmación y de negación.

Se trata pues, de poner los instrumentos a nuestro servicio y no alienarnos en ellos. Solo si no nos sometemos a la tiranía de los objetos de consumo y no exaltamos la servidumbre que nos ata a los instrumentos técnicos y la virtualidad de las imágenes, podremos crear una relación más serena con las cosas, y evitar así que las crecientes políticas de goce desplacen a las prácticas sublimatorias. 

Finalmente, tal como lo sostiene Heidegger, debemos rescatar de la esencia de la técnica aquello mismo que salva. Creo que esta salvación se habrá de producir si y sólo si reivindiquemos una postura ética y sostengamos valores, que nos liberen de la dominación del dispositivo (Das Ges-tell[3]), que tiende a entronizar la alienación en la tecnología, en las imágenes y en los objetos de consumo.

Con respecto al fetichismo de las imágenes anclado y propiciado por el mundo digital-informático, debemos consignar el doble régimen del funcionamiento de las mismas, dado que éstas pueden operar tanto como imágenes-velo o como imágenes-jirón.

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Playa Itzbu

Por Mónica Arzani 2675281

Recuerdo el día de la ceremonia, mi cuerpo desnudo frente al espejo, un cuerpo infantil, sin protuberancias femeninas, casi cubierto por mi cabello oscuro. La abuela me ayudó a colocarme la túnica y me acompañó hasta la entrada del bosque, era en la escollera de la playa Itzbu en donde debía esperarlo. En mi mano llevaba el ramo de novia, hecho de azucenas. Yo avanzaba despacio, tan serena y pálida como cualquier otra flor de mi ramo.

La luz cegaba mis ojos recién salidos del sueño, me había despertado apenas despuntaba el día. No sabía qué hacer con mi miedo y cuando miré el cielo con mirada de infancia, lo vi. Desplegaba una danza perdiéndose en las miles de formas que dibujaban las nubes, para volver a aparecer oscuro y vigoroso.

Él sabía perfectamente que hacer, a pesar de no ser de mi especie y hundió su pico en mi entrepierna para envestirme rítmicamente hasta flotar en la untuosidad de mi sangre.

Pasaba el tiempo y los sangrados se repetían con regularidad pero esta vez llenaban mi cuerpo de silencio y de tristeza. A pesar de que mi esposo cumplía ampliamente con los deberes maritales, yo no concebía. Un jardín sin frutos, como decía la abuela.

Hasta que un día las sábanas hablaron por si solas exhibiendo simplemente su blancura.

Sí, nuestra unión había sido bendecida por una maternidad múltiple. Después de empollar varios huevos, nacieron pajaritos muy pequeños, plumones amarillos en nada parecidos a mi fornido esposo pero como resultaron muy bulliciosos, decidimos no conservarlos. Por suerte el padre se ocupó de todo sin requerirme para nada.

Unos meses más tarde tuve un niño con características humanas, pero pasado un tiempo nos dimos cuenta que de su boca no más salían trinos y terminamos por regalarlo a un circo que un día de tantos apareció por el bosque.

A mi pájaro lo enojaron mucho estos tropiezos, parecía rasgar los cielos cuando volaba. Así fue que iba amaneciendo un día, cuando me dijo: te devuelvo a tu casa. Es demasiado temprano, le contesté. Te devuelvo igual.

Monté entonces su lomo esponjoso que guardaba todavía el aroma de mi cuerpo y del que me exiliaría para siempre y partí.

A vuelo de pájaro, fugaz como una ráfaga fui depositada en el umbral de la que volvería a ser mi casa, yo y mi pequeña vida. Y él se hundió sólo, en el horizonte púrpura del comienzo del día.

El resto de mi vida fue del color de los pétalos secados en la estufa. Transcurrió tranquila. Esposos, separaciones, hijos. Pero cuando el silencio y el espejo me amargan el día, me llego hasta la ventana y balbuceo su nombre mirando los cielos.