Por Ani Bustamante
“la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”
(Alejandra Pizarnik)
Hace unos días se llevó a cabo en Lima la feria de arte “Art Lima”, la puesta en escena llevaba toda la parafernalia del “mercado” del arte, lo cual resulta interesante para una paseante como yo, que busca pescar un signo que convoque la mirada. Esto ocurrió, en medio de ese exceso contemporáneo y sus pliegues, en medio de la pose naif de aquellos que van a la caza del nombre, la imagen y el status.
Hay que poner en marcha una resistencia, poner el ojo en el margen o como diría Eva Lootz: «en el rabillo del ojo se ve lo que está a punto de aparecer»¹
Allí, resistente e intempestiva, un signo convocó mi mirada, fui mordida. Comunión entre obra y sujeto, alquimia del deseo que no se da sin transformación subjetiva.
Algo me mira, descubro esos ojos. No son mios, son Otros, lejanos e íntimos.
Las ferias de arte están afectadas, que duda cabe, por el goce de la época, allí la mirada se multiplica en un juego que parece no saber de limites. La mirada lo quiere todo, mira todo, y todo, como pretensión absoluta, es una mentira. Los sujetos posmodernos se ofrecen como vitrinas para ser mirados, mirando. El objeto arte es un medio para que este juego de espejos tenga lugar. Quiero que me miren mirar arte. Esto nos lleva a constatar que cuando de mirada se trata, lo relevante no está en el hecho mismo de mirar algo, sino por el contrario, en el hecho de ser mirados por ese objeto. Eso nos mira, he ahí la potencia de la obra de arte. Somos capturados por un pedazo de mundo que nos es imposible definir con categorías racionales, somos capturados por un agujero en la representación, cuya potencia revela una existencia que no se reduce, ni se reducirá jamás, a ser medida o contabilizada.
Volvamos a nuestra feria de arte, ¿será que el arte que se ofrece como fetiche para aquel que busca status social, mantiene su potencia interrogativa? ¿será que sigue siendo ese objeto labrado en los bordes de lo pensable, aquel que nos mira y nos transforma? Depende del lugar desde donde se mire….
Los visitantes de la feria pasean con cámara en mano, listos para virtualizar y capturar las obras. Mientras los espejos despliegan su hipnótica lógica, me doy cuanta de que regreso siempre al mismo punto, a esa mirada que parece esperarme, que parece reflejarme, al mismo tiempo que me lleva a un terreno absolutamente extranjero.
Un punto, extraña intimidad.
Son retratos de perros, cuya sobriedad inquieta. Animales, Otros, abriendo el surco de la pregunta en mi piel. Elegantes- vivientes-Otros, perros retratados. La artista logra darle un marco al animal, aquel que lleva el signo de la domesticación, y que parece tornarse objeto de goce (por no decir de maltrato) del animal humano; un marco para hacer surgir la interrogación.
Las fotografias de Amparo Garrido me recolocaron frente a la experencia del arte, como proceso de encuentro con algo que nos sobrepasa. El perro, como significante que anuda hilos que pasan del amor al maltrato, del dominio al miedo, de la mirada a la mordida.
Un punto. Mirada que anuda y desbarata.
El hocico cerrado, el filo de la mirada animal arranca un pedazo necesario en la piel del ego. En la feria hubo un detalle que llamó mucho mi atención: los visitantes se detenían frente a las fotos de los perros, y en el instante previo a ser tomados por esas miradas, quizá evitando frenéticamente “la mordida”, se precipitaban a hacer el “selfie” con el perro de fondo, y entre risas pensar, quizá, en adornar la galería de algún muro digital. Un instante de brillo que rápidamente pasará a ser descartado en este supermercado de objetos a admirar y desechar.
Hay algo que perturba en esta feria, y es el hecho de que tanto lo animal como el arte son fácilmente reducidos a objetos de decoración y de mercado. Sin embargo, ambos, tienen la propiedad de llevarnos a un espacio Otro, nos cuestionan, nos hacen saber de «eso enigmático» que subyace en la existencia y que se aloja en el centro de la obra y en la mirada honda de un perro.
Y seguirá siendo así, algo se resiste a los circos del mercado.
Punto.
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¹ Lootz, Eva; Lo visible es un metal inestable; Ed. Árdora Exprés, Madrid 2007
Super este texto, Ani. Lúcida cala en la Otredad.
Un abrazo.
Gabriel
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Gracias Gabriel, desde esta cercana otredad, te envío gran abrazo
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Maravilloso tu escrito Ani, «algo se resiste a los circos del mercado» es la vía posible para que el arte siga siendo arte. Gracias por capturar ese algo que se resiste, como gran analista que eres! bellísimas las fotos! lo subo a mi web, cariños , Andrea
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Querida Andrea, compañera en la resistencia, gracias por tus palabras, por tus textos y tus trazos. Las fotos son de la artista Amparo Garrido, un trabajo muy interesante sobre lo animal. Seguimos, abrazos
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