¿Cómo empezar a escribir sin un hilo conductor? no lo encuentro, he salido a su búsqueda y he encontrado una madeja, como cuando quedan restos de pelo entre las sábanas haciendo bolitas ingrávidas al salir el sol.
Domingo dilatado, gris de invierno, los minutos se arrastran por el suelo, por las calles, las veredas. Mientras maletas y chocolate dejan el rastro necesario.
Los minutos son ese espacio por el que palpo la orilla.
La orilla de las playas limeñas va ganando espacio al blanco de mis sábanas. Moja mis restos de pelo en la almohada,
arremete con espuma y aliento del Pacífico.
arremete con espuma y aliento del Pacífico.
Puedo oler el acantilado.
Mi cuerpo es una construcción de mares, montañas, calles y veredas… gran vías y barrancos.
Malasañas-Miraflores
li-ma-ma-drid
mamamamamamama
«¿y si el atlas no fuera sino el resultado –ignoto o calculado- de nuestros desplazamientos más íntimos? ¿de nuestras derivas pulsionales o conceptuales, visuales o corporales, sentimentales o políticas? ¿de nuestras autobiografías espacialmente reordenadas y acompasadas por los movimientos de nuestro cuerpo?»
No hay hilo conductor. Trazo, trazos y garabatos. Pelos, piel, cuerpo al viento de la escritura imposible…
Preciosísima entrada, con esa despedida de Madrid y los augurios marinos de Lima. Espero que algún día compartamos los de Barcelona.
Un abrazo enorme, Ani.
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Bel, Barcelona en marzo, el paseo marítimo espera por nosotras! Ya hemos recorrido calles y entrado a laberintos. Seguir leyendo tus comentarios es un placer inmenso.
Muchos besos
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