El umbral

Por Mónica Arzani

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…era, el nuestro un simple y silencioso matrimonio de hermanos.

Julio Cortázar

Estoy frente al umbral de la casa. Con una mirada en los ojos, espero. Traigo la sed de la viajera, pero será inútil golpear a la puerta. Probablemente esté esperándome Irene, ovillando la lana, como siempre. Él no sé si estará. Necesito salvarme de esta quemazón que no cesa y sé que puedo hacerlo atravesando el umbral para usar el llamador. Pero no. Voy a fingir. Simular que no tengo nudos en la sangre, que este cuerpo mío no se pone insoportable como viento en el desierto. Sé que Irene me abriría la puerta, se sentaría comodamente en el sillón, me pediría que le sostuviera la madeja para convertirla en un ovillo y después de decirme lo encantada que está de verme, me hablaría de su hermano. También podría entrar forzando el portón de atrás y hacer de esta casa mi morada, convertirme en la intrusa, acostarme en la cama y pasar a ser sólo una plegaria, para que él no me vuelva la cara y no busque una posición cómoda para dormirse sin hablarme.

¡Por fin! Ahora sabemos donde se encuentra el amor romántico.

Por Andrea Amendola

2706350Actualmente circula en diversas revistas de interés general los estudios que Helen Fisher viene realizando sobre el amor romántico.Helen Fisher, antropóloga y directora del departamento de Investigación de la Universidad de Rutgers, en New Jersey (Estados Unidos), ha dedicado su vida a analizar la neurobiología del amor. Según su teoría, existen tres sistemas cerebrales relacionados con el amor que interactúan entre sí: el impulso sexual, el amor romántico y el cariño o apego tras una larga relación.

A partir de esta premisa, en 1998 inició una investigación con un grupo de 32 personas que declaraban estar enamoradas a las que se les hizo una resonancia magnética para ver qué conexiones se producían en el cerebro; 17 de ellas decían ser correspondidas y 15 habían sido rechazadas. Entre las que estaban enamoradas hallaron actividad en la zona tegmental ventral del cerebro, que produce dopamina, y en el núcleo caudado. Ambas zonas forman parte del sistema básico de recompensa, que se asocia con la motivación por conseguir unos objetivos. «El área de la zona tegmental ventral en la que encontramos actividad es la misma que se activa cuando la persona experimenta el llamado subidón de la cocaína», ha explicado.

Esto indica que «el amor romántico no es una emoción, sino que es un impulso, una necesidad fisiológica del ser humano».

Dopamina y rechazo

Entre las quince personas que habían sido rechazadas encontraron actividad cerebral en el área del mismo sistema de recompensa: en parte del núcleo accumbens, que se relaciona con las conductas adictivas (como las apuestas), en la corteza insular, que se asocia con el dolor físico, y en la corteza órbito-frontal lateral, relacionada con los pensamientos obsesivos. Esto explicaría por qué algunas personas siguen enamoradas a pesar de haber sido rechazadas ya que estas áreas siguen perteneciendo al sistema de recompensa, en el que actúa la dopamina. «A pesar de no recibir lo que uno quiere la dopamina sigue trabajando».

Según Fisher, algunos de los mecanismos que se activan en el enamoramiento son iguales en hombres y mujeres, como el núcleo caudado y el área tegmental ventral. Sin embargo, existen diferencias.

«En hombres hemos encontrado más actividad en parte del lóbulo superior, que se asocia con la integración de los estímulos visuales, mientras que en las mujeres, las áreas que entran en juego se relacionan con la memoria y los recuerdos». Además, ha añadido que las actividades cerebrales que se producen cuando se está enamorado sólo suceden una vez en la relación de pareja, pues «a lo largo del tiempo el amor se va convirtiendo en cariño y apego».

Por otra parte, Helen Fisher ha explicado por qué se dice que el amor es ciego. «Cuando estamos enamorados un área del cerebro se desactiva». Es una parte de la amígdala cerebral, que se relaciona con el miedo. Por eso «no vemos los aspectos que no nos gustan y aceptamos el resto».

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