EMANCIPACIÓN Y REDENCIÓN-Más allá del Estado. Sexta parte.

 Por Martín Uranga

Rosenzweig-Benjamin

Recapitulando. De acuerdo a lo trabajado podríamos decir, desde la perspectiva de Benjamin, que no hay pensamiento revolucionario sin teología, mientras que en la visión de Rosenzweig, no hay fin del Estado sin auge del amor. Si Benjamin pone el acento en la Emancipación en tanto sostenida por el impulso redentor que la teología dispensa, Rosenzweig hace hincapié en la Redención como horizonte indispensable al momento de pensar en las posibilidades de Emancipación. Lo que de alguna manera ambos autores nos proponen pensar, es que Emancipación y Redención se suponen mutuamente, constituyen un entramado indisociable que no está destinado a la síntesis. La inscripción de la diferencia entre ambos procesos nos pone al resguardo del colapso de registros que tiene lugar en el desarrollo teórico y práctico derivado de las corrientes emancipatorias analizadas anteriormente.

Asimismo conviene hacer una importante salvedad. Si bien tanto en Benjamin como en Rosenzweig podemos apreciar la diferencia que tiene lugar entre Emancipación y Redención, cierta orientación de lectura podría llevar a pensar en una convergencia absoluta entre ambos. Así, en el caso de Benjamin podría pensarse que la Emancipación, culmen de la praxis revolucionaria, traería aparejada la Redención. Mientras que en Rosenzweig podría suponerse que sólo desde la Redención sería posible arribar a la Emancipación. A fin de evitar que ambos procesos, una vez distinguidos, tiendan a confundirse en torno a una ilusión de unidad que recrearía en un horizonte de llegada el idealismo desechado en el origen, se hace necesario convenir que mientras la Emancipación es un proceso caracterizado por la finitud propia de la historia, la Redención tiene a la infinitud como su esencia más íntima. De este modo, conviene pensar que si en Benjamin la Emancipación conlleva la Redención, lo hace, en tanto y en cuanto, el impulso redentor, infinito y transhistórico, sobrevive en la historia devenida con posterioridad al proceso de Emancipación, signada por la finitud de la explotación y la opresión social. Siguiendo a Benjamin, podríamos decir que los eventos revolucionarios, la Emancipación entre ellos, suponen el advenimiento mesiánico, “astillas de mesianismo”, que parecen renovarse incansablemente en distintos eventos sociales a lo largo de la historia. De manera análoga, en cuanto al pensamiento rosenzweigiano, parece más adecuado pensar que el amor que libera las potencias libidinales que acarrean la posibilidad de la Emancipación, lo hace sólo como anticipo de una Redención que no llega a su consumación. Dice Bensussan citando a Rosenzweig: “La venida del Mesías es “para hoy”, sin embargo, todavía no ha venido. No es todavía el buen “Hoy”. Entre el instante presente y el cumplimiento, el retraso es siempre nulo, pero, en su espera, se renueva incesantemente.”

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