Ella tenía colillas de invierno en los ojos

Por Victor Pasco

Victor Pasco

Tu voz. Tus voces / Tu rostro. Tus rostros.

Vienes a mí con tus mil disfraces; eres la serpiente, la manzana, la locura hecha cápsula que se diluye en mi estómago a la hora en que el cemento deja de quemar y las criaturas atormentadas vagan por el mundo en busca de un instante de paz.

Vienes a mí y yo soy solo un cadáver. Un rinoceronte en descomposición que es presa de las viejas aves de rapiña. Solo eso, un esqueleto a tu disposición: nunca iré a ninguna parte.

Y sin embargo estoy yéndome en la marea que se acrecienta. Estos ríos nunca saben cuándo es suficiente y tú tampoco lo sabes. Si pudieras salirte de mi cabeza, dejarme solo y no hablar más. Pero sigues ahí, hablando tan fuerte y coherentemente que no me dejas otra salida que no sean los somníferos.

¡Mayday!, ¡Mayday! Estamos cayendo, tenemos un ala rota y estamos en picada. ¡Maydar! ¡Mayday!

El día hace un sonido perturbador al chochar con la noche. Y la luna y el sol se encuentran un instante en medio de esta estación perdida que no lleva a ninguna parte. Y las estrellas desorientadas ofrecen su mejor luz. Y en medio del choque alguien canta, alguien deja salir al demonio que lleva dentro y es puro color en medio de la nada…

Y las voces siguen su parloteo en mi cabeza. Siempre en el mismo tono demandante. Ahora que saben dónde debo cortar, dónde debo dejar caer la navaja, han aumentado sus reclamos.

¡Mayday! Estamos cayendo….

Vienes a mí y yo ya tengo el cañón en la boca. Eres la manzana loca que luego del primer mordisco me abandona en una ciudad perdida al sur del primer pecado y al oeste de la primera experiencia sexual a los trece años…

Vienes a mí y bailamos con las ninfas antes de su sacrificio. Coincidimos con Dionisio al destapar todos los pecados. Sin duda eres mi séptimo sello, el final de los buenos tiempos. Y sin embargo cuando me miras a los ojos te creo, creo que todo lo que dices es verdad.

¡Mayday! Nos estrellamos…

Retraduciendo “Una tarde”, de Samuel Beckett. (Dossier Traducción)

Introducción de Zacarias Marco

Samuel-Beckett

 “Un soir” guarda una obvia relación con “Mal vu mal dit”. El primero fue escrito en el otoño de 1979, la entrega del segundo al editor es de diciembre de ese mismo año. Podríamos entender “Un soir” como un primer boceto o, quizás, de un texto germinal, inspirador del evolucionado y complejo tratamiento que terminaría convirtiéndose en “Mal vu mal dit”, uno de los tres textos más extensos de la última prosa de Beckett, junto con “Compagnie” y “Worstward Ho”. Pero esta lectura corre el peligro de disminuir su importancia, algo que sería, creo, un grave error. “Un soir”, “Una tarde”, es, por derecho propio, uno de los textos más impresionantes de Beckett. Una miniatura que alberga una riqueza y una belleza insospechada. Debo este descubrimiento a Antonia Rodríguez Gago, gran beckettiana y traductora de varios de sus textos, avalada incluso por el propio autor. Pero no leí primero su traducción al español sino el texto en su versión inglesa, “One evening”, versión que escribiera el propio Beckett en el otoño de 1980. Durante muchos años fue ésta mi lectura, un texto que contiene alguna de mis frases favoritas de Beckett. Cuando, finalmente, leí la traducción de Antonia me pareció muy buena, pero que quizá podría mejorarse. Eso intenté. Va por delante que si hubiera partido de cero mi traducción sería con seguridad notablemente peor que la suya.

Se deduce de esto que la razón por la cual emprendía la tarea, sobre la base del texto de Antonia, fue el sentimiento de una inadecuación, esto es, me sentí concernido por esa herida siempre presente en Beckett de la imposibilidad de la elección correcta. No pudiendo hacerla, se trataba de escoger la mejor entre las opciones posibles. Me pareció que para alguna frase del texto, al final fueron una de cada tres, podría haber una mejor opción. Excepcionalmente hubo una corrección que afectaba a la comprensión de la frase. Ocurrió con “Any flower wide of her course she reaches sidelong”, que Antonia tradujo, creo que erróneamente, por: “Coge inclinándose de costado cualquier flor a lo largo del camino”. Yo preferí traducir por: “Que una flor aparece alejada de su trayecto se desvía a por ella” recuperando tanto el ritmo como el sentido del francés original: “Qu’une fleur paraisse à l’écart de son trajet elle y va de biais”. Hubo otra corrección al sustituir la orientación “Oeste-Norte-Oeste” por la más admitida “Oeste Noroeste”.

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Entrevista a Claude Riehl (Dossier Traducción)

Introducción

Claude Riehl, escritor francés.

Por Hugo Savino

Claude Riehl-Arno Schmidt

“Termino mañana al mediodía (¡y sí!) La traducción de una de las cosas más chifladas que Arno Schmidt haya escrito alguna vez: Kafff, itou Mare Crisium. (El título absolutamente imposible, cambiará para la publicación). Meses de túnel con la cabeza gacha bien a fondo. Por fin espero convertirme en un humano (hacia las 14 horas).”

E-mail de Claude Riehl a Bernard Heopffner

«Entonces se trata exactamente, no de decir en francés lo que Arno Schmidt había dicho en su lengua, sino más bien de hacerle al francés lo que Arno Schmidt le había hecho a la lengua alemana.”

Stéphane Zékian: Homenaje a Claude Riehl.

Claude Riehl (22 de diciembre de 1953- 11 de febrero de 2006) fue un gran traductor francés. Un escritor francés. Traducía del alemán al francés. Tradujo de manera notable a Arno Schmidt, pero también a Oskar Panizza, Albert Ehrenstein, Joseph Roth, Melchior Vischer, entre otros. Escribió un libro fundamental sobre Arno Schmidt, una obra genial y absolutamente insoslayable para los lectores de Arno Schmidt: Arno Schmidt à tombeau ouvert. Un libro que es una perla que ningún mar se tragará. Una obra maestra de la literatura francesa. Un poco del calificativo obra maestra para tentar, para introducirlo. Me aburrí de hablar con editores para que traduzcan este libro. Ninguno se interesó. Amagos, intenciones, después el olvido, la falta de interés. Por ahora este libro le faltará al español. Bernard Hœpffner lo dijo blanco sobre negro: “Si Claude hubiera vivido un poco más, sin duda habríamos terminado por entender un poco mejor hasta qué punto traducir es escribir, hasta qué punto es hacer como si uno fuera el doble de otro, es un poco también intentar creer que uno está en cuerpo y alma al servicio de algún otro que no sea uno mismo.” Claude Riehl escribió Arno Schmidt como Henri Meschonnic dice Escribir Hugo. La obra de Claude Riehl está activa, sus entrevistas son envíos de literatura, una fuerza que trastoca los lugares comunes sobre el traducir, sobre escribir, sobre el lenguaje y el poema. Esta entrevista en Trazo freudiano es el inicio de una serie consagrada al arte de Claude Riehl.

Entrevista a Claude Riehl

realizada por Pierre Pachet[1]

Arno Schmidt-Soir bordé d’or

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Entre fiebre y razón. Una lectura psicoanalítica de Dostoievski

Por Ani Bustamante

 dostoievski

La construcción del psicoanálisis se cimienta en la invención del inconsciente, éste, es labrado por Freud con el cincel de la figura paterna y la arquitectura del Edipo.

Freud utiliza a Dostoyevski, como ya había utilizado otras figuras del arte y la cultura, para hilvanar fino sobre asuntos relacionados al padre, la culpa y el super yo. La compleja y rica vida del escritor, sus síntomas y dolores, sirven de “caso clínico” en el cual sostener el edificio teórico que construía a la sombra del positivismo científico imperante en la época.

Freud, sabemos, intenta dar un sentido a todo aquello que escapaba al dominio de la razón, interpreta síntomas -tanto individuales como colectivos- a través de la hipótesis de lo inconsciente y el mundo pulsional que ahí se articula. No deja, sin embargo, de experimentar el límite de lo imposible de analizar, y ante esto traza cabalmente una línea que deja claro que el saber es incompleto y que la castración opera en el corazón de las ciencias. Así pues, las “dotes artísticas” de Dostoievski eran reconocidas como inanalizables por Freud y el furor por la interpretación encuentra un tope, un agujero, que es, a mi modo de ver, la potencia misma del psicoanálisis.

Tanto Freud como Dostoievski comparten la pasión por el sentido y la explicación meticulosa, en la época de los grandes relatos, ambos saben construir ese texto con aspiraciones de totalidad que, sin embargo, deja entrever la falla constitutiva y la fiebre de la razón.

Tomando en cuenta esto recorreré las letras que vertiginosamente escriben esa fiebre en Raskolnikov (personaje principal de Crimen y Castigo) con los delirios y desasosiegos que se expresan en su ir y venir por la habitación, en el deambular por las calles embriagadas y en el acecho de un pensamiento que no cesa. Dostoievski parece afiebrar las líneas del texto, la velocidad va en aumento mientras la impotencia, el dolor y la pobreza parecen paralizar al personaje en un letargo de muerte que descubre, como reverso, un sobresalto febril.

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EMANCIPACIÓN Y REDENCIÓN. Más allá del Estado. Quinta Parte

Por Martin Uranga 

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De acuerdo a lo visto anteriormente, las diferentes corrientes emancipatorias seculares, tributarias del idealismo filosófico más allá de sus formatos materialistas explícitos, han entendido al Estado, coherentemente con esta perspectiva, en términos fetichistas. Así, la Emancipación queda afectada por un propósito exagerado de Redención. El colapso del registro existencial en el histórico, hace que las perspectivas de acabamiento del Estado fetiche, conlleven un fervor maníaco. Así, la Redención, al ser despojada de su especificidad existencial signada por el acontecimiento del lenguaje, revierte negativamente sobre el proceso emancipatorio. En vez de ser el soporte mítico-poético que apuntale la Emancipación nutriéndola desde la inscripción de su estatuto diferencial, tal como lo pretende Walter Benjamin de acuerdo a la primera de sus Tesis sobre el concepto de historia, termina otorgándole a la misma, desde el retorno alienante que genera el rechazo de la legalidad simbólica, una impronta oscura que la enajena de su particularidad esencial de ser la vía secular para el fin de la explotación, para transformarla en una pretensión omnímoda de alterar la raíz de la existencia a través de la praxis revolucionaria. De este modo, la Emancipación se convierte peligrosamente en una suerte de fanatismo que nos recrea la exaltación ególatra de la construcción de la Torre de Babel.

En su primera tesis sobre el concepto de historia Benjamin nos hace pensar en la relación necesaria entre Emancipación y Redención. En sus palabras, teología y materialismo histórico deben operar de manera inteligente y articulada. Idea una metáfora, inspirada en un cuento de Poe, en que un muñeco autómata (materialismo histórico) puede ganar todas las partidas de ajedrez que se proponga, por estar secretamente manejado por un enano interior (teología). Así, nos da una preciosa indicación acerca de cómo es posible pensar en la articulación del registro de la legalidad simbólica con la Emancipación. Es sólo a partir de esta distinción que podemos recrear un pensamiento emancipador despojado de idealismo, conciente de sus limitaciones y por lo tanto de sus potencialidades, abierto a las míticas fundacionales del orden simbólico. De este modo, podríamos decir que la propuesta de Walter Benjamin, requiere contemplar y accionar una práctica emancipatoria a la luz de la Redención.

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“Si bailas con Joyce, la crítica será poética”.[1]

Entrevista a Zacarías Marco realizada por Hugo Savino.

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Hugo Savino: Empiezo por la palabra Tejido: Joyce como un tejido. En este caso el del Retrato del artista adolescente. ¿Para hurgar en la rajadura de la tela como dice el novelista argentino Néstor Sánchez? Un hurgar con extensiones a Molly, la mujer que dice sí, y a Bloom.

Zacarías Marco: Hurgar en la rajadura de la tela es una expresión que impacta, es una bella expresión, no he leído todavía nada de Néstor Sánchez, querría empezar por “Nosotros dos”. Sí, me parece que la expresión da por hecho la valentía de aquel que se acerca al territorio de la transgresión, quizás asumiendo que es un acto inevitable. Me hace pensar naturalmente en Lucio Fontana, pero habría que precisar que creo que aquí se trata de un sentido más bien opuesto, pues la tela ya está rota y en vez de romper, se trata de reparar, de cómo se repara el tejido, de cómo se teje reparando el descosido. Esta reparación no puede ser sino matizada, es a un tiempo fallida y exitosa. Evitar un desgarro mayor no se hace sin pagar un alto precio. Utilizo la metáfora en el título del libro porque fue utilizada por Lacan cuando habla del tipo de clínica que el concepto de sinthome alumbra y del que Joyce es el inspirador, pero, sobre todo, porque el propio Joyce la utiliza. Como sabes, le comentó una vez a su amigo Louis Gillet “cuando tu trabajo y tu vida hacen uno, cuando están entretejidos en la misma fábrica…”. Lo que yo hago es una labor de acompañamiento. Joyce hurga en su rajadura, la de su ser, y lo hace, como en esta cita, con inaudita precisión. Lo que a mí me sale es hacer un eco a esa precisión. No se trata de quedarse fascinado con el hallazgo de una fórmula reparadora sino de intentar escuchar aquello que anima a esa precisión. Partir siempre de preguntas sencillas es complicado, llegar a las preguntas más elementales es todavía más complicado. Casi espera uno que le vengan. Me pareció un reto empezar por escuchar alguna de las frases sencillas que aparecen en Retrato del artista adolescente y que te agarran por la garganta sin saber muy bien por qué. Las extensiones a Molly y a Bloom fueron inevitables al ser la expresión del proyecto artístico que desarrolla teóricamente en Retrato.

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