Por Ani Bustamante
“Un nuevo amor” no es un libro que pretenda una unidad, más bien se nutre de lo fragmentario, para producir en el lector acontecimientos que no podrían llegar a nacer si la pretensión fuera completar y cerrar una idea sólida.
La autora nos ofrece una mirada que pasa por Wong Kar Wai, Lars Von Trier, la escritura de Borges, Tolstoi, M. Duras, para tocar el amor. Un amor que no pase por el significado, que, siguiendo a Lacan se teja en la urdimbre de la letra para poner el énfasis en el rasgo, en aquello que está por fuera del sentido y que desde ese lugar produzca la contingencia del encuentro.
El libro de Mercedes de Francisco transcurre en una frontera que caracteriza aquellos textos que nos devuelven un afuera, una otredad que despliega el adentro del psicoanálisis, evitando su clausura. Esta otredad se pone de manifiesto en el diálogo que establece con el cine y la literatura, con lo cual, el libro se desplaza en los bordes del psicoanálisis, en un esfuerzo de la autora por escribir algo de eso “nuevo” en el amor. Quizá haya que apelar más que nunca a aquello que no está anclado en los viejos cimientos de lo nombrable y domesticado por el significante y sus articulaciones paternas. Este nuevo amor que como Mercedes dice “es un nuevo amor, no un amor nuevo” que atraviesa otra lógica. Un amor que es quizá también un acontecimiento de borde, o de litoral, entre lo imposible de la relación sexual, y la posibilidad de un decir amoroso (poético).
comentarios recientes