Por Ani Bustamante
El 3 de septiembre es una fecha que se mantiene tatuada en la vorágine del tiempo, pues es la fecha del nacimiento de Chabuca Granda. Podemos contar los años, el paso del tiempo que fluye incesante como ese “Rio de vino” al que le cantaba. Podemos poner una medida al recuerdo, fijar una fecha para celebrar.
94 años.
Es hermosa la doble acepción de la palabra “contar”, podemos contar uno a uno al compás del minutero o podemos contar una historia. En la canción se entreteje estos dos formas de “contar”, se cuenta el tiempo con el ritmo, se cuentan historias con la letra. Es aquí donde el júbilo se apodera de mis dedos escribientes, cuando ante el inevitable compás del tiempo, asisto maravillada a la trama que compone la canción:
Tiempo-Ritmo-Letra
Entonces, el tiempo ya no trae angustia sino festejo, zamacueca, landó. Chabuca compone, compone el tiempo con su cadencia. Compone nuestra tristeza con su voz.
La mejor forma de recordar a Chabuca es celebrando, dando tiempo a su música para que componga nuestra alma. Y a ver si así despertamos del sueño adormecido, para caminar hacia el nacimiento, para alojar los días nuevos, aquello que ella intuyó y cantó. Estoy convencida de que Chabuca Granda se dirigía, con sus puentes, caminos, ríos y veredas, a la invención de algo nuevo. Celebrar el cumpleaños de Chabuca Granda es seguir descubriendo su legado y explorar lo inadvertido de su obra.
Señora Granda, usaré una hermosa frase de Borges: «Gracias por la música, misteriosa forma del tiempo» gracias por recomponer el tiempo, con su ritmo.
* articulo escrito para Lima en escena
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