Federman traducción / traducción Federman [1]
A veces me confundo con mi sombra y otras no
(Samuel Beckett)

Raymond Federman
Habla en mí una voz dentro de otra voz, doble-conversación en mí: bilingüe, en francés y en inglés, separadamente o, a veces, simultáneamente. Esa voz juega constantemente a las escondidas con su sombra. No hay nada inusual en esto. Hoy, muchas personas, en muchas partes del mundo, hablan dos, tres, o incluso más lenguas. Si hablo bien francés o inglés, esa es otra cuestión, y no soy yo quien debe responderla. Pero queda el hecho de que soy un ser bilingüe, un balbuceante doblemente comandado, se podría decir, y como tal un ser bicultural. Pasé los primeros veinte años de mi vida en Francia y en consecuencia dentro de la lengua y la cultura francesa; y pasé más o menos los últimos cuarenta años en América, o sea dentro de la lengua y la cultura americana. Mis actividades sociales y culturales lo reflejan.
Pero soy también un escritor bilingüe, es decir que escribo tanto en francés como en inglés, y eso es tal vez menos común.
Más aún, a veces también traduzco mis propios libros del inglés al francés, y viceversa. Esta tarea de auto-traducción no es en verdad muy común en el terreno de la escritura. En ese sentido soy como una especie de fenómeno. Un francés diría “Federman c est un drôle de phénomène!” (Federman es un fenómeno extraño). Por cierto, como escritor y auto-traductor bilingüe me he preguntado a menudo si he sido bendecido o maldito con esto.
El hecho por el cual soy y llegué a ser un escritor bilingüe puede ser un accidente de la historia, tanto como uno de la propia experiencia personal. En cualquier caso me han preguntado con frecuencia si pienso en francés o en inglés, si sueño en francés o en inglés. Y usualmente contesto (en cócteles, en el golf o en encuentros intelectuales varios) donde uno siempre debe contestar este tipo de cosas sólo con el fin de decir algo y no irritarse demás con una pregunta incontestable: “Pienso y sueño tanto en francés como en inglés y muchas veces simultáneamente”.
De hecho eso es lo que quiere decir que haya una voz dentro de otra voz. Significa que nunca se pueda separar tu identidad lingüística de su sombra.
Parecería haber mucho interés en estos días sobre las cuestiones de bilingüismo y el multilinguismo ligado, desde luego, al actual interés por el multiculturalismo. Recientemente, una amiga que está escribiendo un libro sobre los escritores bilingües como Vladimir Navokov, Joseph Conrad, Elsa Triolet, Beckett, yo mismo y otros, me pidió a través de una carta, que pensara en mi condición bilingüe y respondiera algunas cuestiones. Aunque existo en forma bilingüe tanto en mi vida como en mi trabajo de poeta y escritor, nunca intenté hacer ninguna teoría sobre mi bilingüismo. Fue sin embargo interesante y estimulante para mí responder algunas preguntas que tienen que ver con lo que mi amiga llama (su nombre es Elizabeth) la sede del bilingüismo, el espacio entre las dos lenguas, la verticalidad versus la horizontalidad del bilingüismo, la frecuencia de alternancia, el horror a la autotraducción, etc.
Esto es lo que le escribí a Elizabeth como respuesta:
Normalmente no me pregunto ni analizo mi esquizofrenia lingüística. La dejo ser, dejo que ocurra dentro y fuera de mí. No tengo la menor idea de en qué lado de mi cerebro esta localizada cada lengua. Tengo la vaga sensación de que ambas fornican en la misma celda. Pero ya que has indagado en mi ambivalencia psíquica (mi ser ambidiestro), puedo decirte que creo que soy zurdo en francés y diestro en inglés. No bromeo. Nací zurdo en francés (en París muchos años atrás) pero cuando me rompí mi muñeca izquierda a los 9 o 10 años (ahora no recuerdo exactamente) me forzaron a ser diestro. Se podría decir que soy un zurdo convertido, tanto como soy un francés convertido en americano. Sin embargo hay ciertas cosas, ciertos gestos, ciertos movimientos, que no puedo hacer con mi mano derecha (como cepillarme los dientes o arrojar una pelota, y otros que sólo puedo hacer con mi mano izquierda como escribir o jugar tenis). ¿Tendrá algo que ver con mi bilingüismo? También es cierto que hay ciertos textos que sólo puedo escribir en francés y otros que puedo escribir sólo en inglés aún incluso cuando eventualmente sienta la necesidad de traducir esos textos de una lengua a otra.
Lo que me asombra- pero tal vez no debería- es cuán fiel soy a los parámetros que describes en tu ensayo (Elizabeth había adjuntado a su carta un ensayo que acababa de publicar “Prolegómenos a un estudio de los escritores bilingües” en el que delinea cierto rasgos de comportamiento de los escritores bilingües, como los periodos de rechazo de una lengua en favor de otra, o la necesidad que parecen tener los escritores bilingües de volver a su lengua materna en los últimos años de su vida). Suponiendo que estoy en la mitad de mi carrera literaria, encuentro que en este momento me siento mejor escribiendo en inglés. Esto no significa sin embargo que haya rechazado el francés, mi lengua materna. Simplemente la he puesto entre paréntesis por un tiempo. Aunque parece que cada vez que empiezo un nuevo libro hay una guerra en mí entre las dos lenguas para decidir la que voy a usar. Sabiendo que había escrito mucho sobre la obra de Samuel Beckett, Elizabeth me pregunta “¿En qué me compararía con Beckett? Y ¿cómo debería ser pensado el caso de Beckett? Beckett era el caso clásico.”
En términos de bilingüismo y de auto traducción Beckett era un superhombre, un ángel. Venía del cielo. Yo soy un mero mortal. Yo vengo de abajo, de la cueva. Claro que la situación de Beckett debería ser examinada, cuidadosamente examinada. En mi opinión Beckett fue el más único, el más extraordinario caso de escritor bilingüe porque, al menos desde 1945 hasta su muerte en 1989, sostuvo su obra en francés y en inglés hasta el punto en que, para él, la lengua uno y la lengua dos llegaron a ser totalmente intercambiables. Por eso cuando se lee a Beckett resulta irrelevante preguntarse qué texto fue escrito primero. Sus textos gemelos, sean francés-inglés o ingles-francés no son para ser leídos como traducciones ni como sustituto del otro. Son siempre complementarios del otro. De muchas maneras considero mi propio trabajo, mi trabajo bilingüe, como algo igual. Sea que estén escritos primero en francés o en inglés, los dos textos se complementan y completan el uno al otro. Elizabeth me pregunta si hay algo que me resulte familiar en lo que está diciendo en su ensayo. Sí, la mayor parte, especialmente el problema de las frecuencias de alternancias (me parece que estoy todo el tiempo vacilando entre las dos lenguas) y también lo que llama “el horror de la auto traducción”. Me aterroriza cada vez que empiezo a traducirme, aunque al final , a pesar del horror o incluso a veces del hastío de traducir mi propia obra, también encuentro una constante tentación de hacerlo así, como si hubiera en mí una profunda necesidad de ver existir inmediatamente todo lo que escribo en la otra lengua. Hay sin embargo algunas pocas cosas en tu ensayo con las que difiero, pero eso debe tener que ver con las características propias de mi cabeza.
Por ejemplo, me parece que no siento, como algunos de los escritores que comentas (Nabokov y Elsa Triolet en particular) que haya algún espacio entre las dos lenguas que en mí las mantenga aparte. Por el contrario, para mí el francés y el inglés siempre parecen superponerse, querer fusionarse, querer ir juntas, querer imbricarse una con otra, encajarse una en otra. O mejor, quieren arruinarse y corromperse una a la otra. Por lo tanto, no siento que una lengua sea vertical en mí y otra horizontal como sugieres. En todo caso, parecen ponerse y tender a la misma dirección –algunas veces en forma vertical y otras horizontal- dependiendo de sus caprichos y sus deseos. Aunque el francés y el inglés en ocasiones compitan uno con otro en algún vago lugar de mi cerebro, es más frecuente que jueguen uno con el otro, especialmente cuando los pongo en el papel. Sí, pienso que en mí las dos lenguas se aman y ocasionalmente las he descubierto teniendo sexo salvaje a mis espaldas. Sin embargo no podría decirte cuál es femenina y cuál masculina, tal vez sean andróginas. Elizabeth, para decirte la verdad: hay perversidad en mi bilingüismo. En general, cada vez que termino una novela (como sabes he escrito siete u ocho tanto en inglés como en francés) me siento inmediatamente tentado de escribir (reescribir, adaptar, transformar, negociar, trasponer, no estoy seguro de qué término debería usar, pero no traducir) el original en la otra lengua. Aun cuando está terminado, el libro se siente inacabado si no existe en la otra lengua. A menudo comienzo una especie de versión alternativa, pero rápidamente la abandono por aburrimiento, supongo, o fatiga o disgusto, o tal vez por lo que llamas “el horror de la auto- traducción”: el miedo de traicionarme a mí mismo y a mi propio trabajo.
Sin embargo, es curioso que cuando escribo algo más corto que una novela, un cuento breve o especialmente un poema, de inmediato hago la versión en la otra lengua. La mayoría de los cuentos breves y los poemas son bilingües. Mi sensación ahí es que el texto original no está completo hasta que no hay una versión equivalente en francés o en inglés. Tal vez la misma necesidad de completamiento o acabamiento en la otra lengua esté ahí para las novelas, pero la pereza, el miedo, la aprensión y desde luego el tiempo, me impiden hacer el trabajo. Me doy cuenta también de que traduciendo el propio trabajo a otra lengua, a menudo se revela en la otra lengua la pobreza, la pobreza semántica pero también la pobreza metafórica de ciertas palabras en la otra lengua. No hay duda de que el proceso de auto-traducción siempre va a pérdida, a traición y a debilitamiento del trabajo original. Pero por otra parte, siempre está la posibilidad, la chance de una ganancia. Sí, la posibilidad de que ciertas palabras o expresiones puedan tener en la otra lengua una ventaja de riqueza metafórica que no esté en la primera lengua. Entonces aun cuando el autotraductor enfrenta siempre la posibilidad de pérdida también tiene esperanzas de una posibilidad de ganancia. Me parece que la traducción o más bien la autotraducción, a menudo aumenta, enriquece o incluso embellece el texto original, lo enriquece pero no sólo en términos de significación sino en su música, su ritmo, su espesor metafórico, incluso en su complejidad sintáctica. Esto es así porque el autotraductor puede tomarse libertades con su propio trabajo: le pertenece. Sin embargo este proceso de pérdida o ganancia en la auto traducción, hace aparecer un problema crucial: si la traducción es sólo un sustituto del original o si se convierte en una continuación, una amplificación del trabajo. Siempre admiramos la fidelidad en una traducción en relación con el original, y deploramos y criticamos las libertades que un traductor se toma con la obra original del autor. Es el caso de las maravillosas y muy infieles traducciones que Richard Howard hizo recientemente de Las flores del mal de Baudelaire y que han sido criticadas con acidez. Es raro que perdonemos esas libertades, y en consecuencia, se espera del escritor bilingüe que se traduce a sí mismo que sea fiel a sus propios textos. Al revés: uno debería permitirle al escritor autotraductor alguna libertad, algún cuarto para jugar dentro de su obra, aunque más no sea por su enriquecimiento. Y desde luego que yo me permito esa alegría del juego, a menudo por el juego mismo pero en el intento de extender el sentido de mi propia escritura.
Pero hay un motivo mas importante para traducir el trabajo de uno: sabemos que el lenguaje es lo que nos lleva a donde queremos ir pero al mismo tiempo nos impide llegar ahí (y estoy parafraseando a Beckett) entonces, usando otra lengua-la otra lengua en nosotros- tenemos una posibilidad mayor de llegar ahí donde queremos llegar, una oportunidad mejor de decir lo que queremos decir, o, al menos tenemos una segunda oportunidad de lograrlo. Es decir que tenemos la posibilidad de corregir los errores del original. El acto original creativo siempre sucede, como todos sabemos, en la OSCURIDAD, en la oscuridad, en la ignorancia, en el error. Aunque el hecho de traducir (y especialmente de autotraducir) sea también creativo, sin embargo se hace en la LUZ (en la luz del texto original), se hace en el CONOCIMIENTO (el conocimiento del texto que ya existe) y por eso se hace sin error, al menos al comienzo. Como si traducir iluminara el original pero reafirmando y reasegurando la sabiduría ya presente en el original. Algunas veces también corrige los errores iniciales de ese texto. En consecuencia, la autotraducción ya no es una aproximación al original ni una duplicación ni una sustitución sino una real continuación del trabajo, del trabajo del texto.
Básicamente así es como entiendo mi trabajo de autotraductor y escritor bilingüe. Algunas veces la traducción que hago de mi propio trabajo amplifica el original, otras lo empequeñece, lo corrige, lo explica incluso (no: no al lector, al potencial lector sino al autor, a mí mismo, que sé bien que la lengua que usé -sea francés o inglés- es siempre un obstáculo que debe ser superado una y otra vez). Eso es lo que creo significa ser un escritor bilingüe, ser un escritor autotraductor. Significa que uno constantemente se desplaza de una lengua a otra, de una cultura a otra. Y al mismo tiempo significa que uno nunca puede salirse de las lenguas que están dentro de nosotros, no importa qué lenguas sean. El escritor bilingüe deja que sus lectores (si hay uno) escuche el diálogo interior que mantiene en dos lenguas, aún cuando en muchos casos los lectores (que comúnmente no son bilingües) sólo escuchan la mitad de esta diálogo interno que uno casi podría llamar infernal.
Siento una sensación de incompletud con mi trabajo cuando los textos que escribí existen sólo en una lengua. Esta necesidad, esta ansiedad de ver mis trabajos tanto en francés como en inglés-y debería insistir: en mi propia voz- …he leído traducciones de algunos de mis trabajos al francés o al inglés, traducciones de poemas cuentos ensayos e incluso de alguna de mis novelas, traducciones hechas por otros que no soy yo, y siempre las percibo como completamente extrañas…..Esta necesidad que tengo de hablar y escribir en dos lenguas casi simultáneamente, también afecta mi modo de leer. A menudo cuando leo un libro, tanto en francés como en inglés, un libro que disfruto particularmente, que me brinda el placer del texto, como diría Roland Barthes, termino traduciendo mentalmente el texto a la otra lengua, a medida que voy leyendo. Lo que más me preocupa cuando estoy trabajando en una novela en inglés (el protagonista hasta ahora sigue siendo un francés en el exilio) es darme cuenta que quizá sería más fácil y en verdad más lógico escribirlo en francés.
O al menos dejar que el protagonista hable en francés cuando lo siente así. Pero se podría hacer esta pregunta: ¿a quién le está hablando el libro? Mi ficción siempre ha implicado un lector, más bien, un implícito y activo escucha/interlocutor presente en el texto y creo que este “lector potencial” (como lo llamo) es de lengua inglesa y no francesa. En otras palabras mis libros parecen estarle hablando siempre a los lectores ingleses y por lo tanto, aún cuando el personaje central y el material sean de origen francés, exigen ser escritos en inglés. Escribo más y siempre he escrito más en inglés que en francés, aunque el inglés no sea mi primera lengua. De alguna manera, el francés me asusta. Parece dictarme lo que debo escribir y me impide cambios en las reglas, en tanto el inglés- irracional como puede ser en su gramática y en su sintaxis- me da la libertad de experimentar con la gramática y la sintaxis. Aunque no empecé a estudiar inglés hasta los veinte años, siento que mi francés es en cierto modo, viejo, hasta incluso fosilizado, que ya dejó de ser actual, que es una lengua de otro tiempo de mi vida. Esto no significa que escriba mal o pobremente en francés, no lo creo, ni significa que haya rechazado la lengua francesa, sino que cuando escribo en francés me vuelvo consciente, híper consciente de usar una lengua que está distante de mí. Y no porque haya habido periodos en que no haya usado el francés (uso mi francés todo el tiempo), sino simplemente porque el francés es ahora para mí, un tanto extranjero y limitante. Para ponerlo en otros términos, me siento un prisionero en la lengua francesa porque esa lengua me hizo, me capturó originariamente, y me siento libre en ingles porque me liberó, me sacó de la lengua y la cultura francesa. ¿Hay un deseo en mí de perder, de abandonar el francés?, me pregunta Elizabeth. No lo creo así. Debes comprender que no estoy afligido por el bilingüismo, me siento enriquecido. Al mismo tiempo, sin embargo, no siento que quiera preservar la pureza de mi lengua nativa como muchos de mis colegas y amigos que han estado viviendo y trabajando en USA a menudo hacen o afirman hacer. Por el contrario, quiero corromper en mí la lengua francesa, quiero que las dos lenguas en mí se corrompan mutuamente. A menudo he contemplado la posibilidad de escribir un libro-un libro probablemente ilegible para la mayoría- en el que las dos lenguas vayan juntas en la mismas oración. Hay algunas pocas páginas así en algunas de mis novelas pero quiero hacer un libro entero usando las dos lenguas simultáneamente. Me permito dar un ejemplo breve de lo que digo. Es un pasaje de mi novela Tómalo o déjalo (1976). El protagonista francés se maravilla de lo que ve cuando llega a Nueva York: (1)
porque yo como un imbécil j’attendis une bonne heure (esperé durante una hora) o más después del llamado telefónico à la même place y entonces de cette pénombre (en el mismo lugar y entonces de esa penumbra) en esta lluvia gris de cette foule en route discon-tinuous morne surgit (de esta muchedumbre en el camino discontinous taciturna surge) alrededor de las diez une brusque avalanche (una brusca avalancha ) bastante inesperada de femmes absolument (de mujeres absolutamente) bellezas asombrosas de la nada quelle découverte quelle Amérique quel ravissement (qué descubrimiento qué América qué arrobamiento) era feliz de estar aquí je touchais au vif de mon pélerinage (llegaba a lo más vivo de mi peregrinaje) y si je n’avais pas souffert en même temps des continuels rappels (y si al mismo tiempo no hubiese sufrido continuos llamados) el fuerte ruido en mi estómago de mon appétit wow (de mi apetito wow) estaba hambriento je me serais cru (habría creído) De repente parvenu à l’un de ces moments de surnaturelle (haber llegado a uno de esos momentos sobrenaturales) Y de una revelación surrealista esthétique les beautés que yo I découvrais (estética las bellezas que yo descubría) Que yo découvrais (descubría)
precisamente como esa incessantes m’eussent avec un peu de confiance (incesantes me hubiesen con un poco de confianza)
y de confort y un poco más de confianza en mí ravi à ma condition trivialement humaine .. (arrobado en mi condición trivialmente humana...)
Sí, he considerado mucho escribir un libro en el que las dos lenguas se fundirían una en la otra. En la tapa de ese libro (si ese libro alguna vez se publica) diría: traducido por el autor, pero sin especificar de qué lengua. Hay, muy claramente un elemento de juego y alegría que trabajan en mi bilingüismo. Las dos lenguas juegan una con la otra y estoy usando el término jugar en su sentido pleno –no sólo en el sentido de juego sino también de soltura (2), como en la expresión “ there is looseness in the door”.
Mi francés y mi inglés juegan uno con otro como dos niños en un patio de recreo, o mejor como dos amantes libres juegan entre sí para poseer e incluso eliminar al otro. Quizá mi francés juega con otro para poseerlo y eliminarlo. En el libro completamente bilingüe que quisiera escribir no habría lengua original, ni procedencia original, ni texto original, sólo dos lenguas que podrían existir o coexistir fuera de su origen, en el espacio de su propio alegre juego.
En este punto mi respuesta a mi amiga Elizabeth se detuvo bruscamente , tal vez porque no tenía más que decir, nada más que inventar en materia de bilingüismo o simplemente porque había agotado mi espacio. Sea como sea, en el proceso de reflexionar sobre el bilingüismo, creo que he tratado de explicar (especialmente a mí), cómo la pelea, el romance y la alegría del intercambio de dos lenguas en mí ha determinado y conformado mi trabajo a lo largo de los años.
No, no me aflige mi bilingüismo. Me siento enriquecido como espero que lo demuestre el siguiente poema (3)
PIEL VIEJA VIEILLE PEAU
Ya sesenta soixante ans déjà
y todavía ni una palabra soixante ans déjà
balbuceando como un tonto balbutiant comme un con
en el mejor de los casos au plus
dos o tres gemidos deux ou trois cris
eso es todo voilà c’est tout
montones de qua qua beaucoup de qua qua
así es como ocurre voilà comment c’est
en la burbuja de mi cráneo dans la bulle du crâne
arrastrándome en el barro verbal te traînant dans la boue verbale
buscando una palabra cherchant un mot
la primera palabra le premier mot
un sustantivo tal vez un nom peut-être
un verbo un verbe
sí oui
un imperativo un impératif
******
****
***
*
Traducción: Milita Molina
Notas:
1.- (La bastardilla en los tramos en francés, así como la traducción correspondiente (en negrita y entre paréntesis) es nuestra. (Traducción del francés Hugo Savino)
En el original Federman escribe:
…. because me too like a jerk j’attendis une bonne heure or more after the
phone call à la même place and then de cette pénombre in this gray rain de
cette foule en route discon-tinuous morne surgit around 10:00 p.m une brusque avalanche quite unexpected de femmes absolument belles gorgeous stunning out of nowhere quelle découverte quelle Amérique quel ravissement was I lucky to be here je touchais au vif de mon pélerinage and if je n’avais pas souffert en même temps des continuels rappels the loud gurgling in my stomach de mon appétit wow was I hungry je me serais cru suddenly parvenu à l’un de ces moments de surnaturelle and of surrealistic révélation esthétique les beautés that I découvrais just like that incessantes m’eussent avec un peu de confiance and de confort and a bit more self-confidence ravi à ma condition trivialement humaine ..
2.-El autor usa loosness que podría ser traducido como “soltura” en el sentido estricto de algo que no encaja o se ajusta o se adhiere a otra cosa perfectamente, como un cordón de zapato “desatado” o “suelto”. La expresión que usa después (there is lóoseness in the door”) es común para referirse a las puertas no herméticas. No sé si existe otro uso coloquial de la expresión.
3.- A diferencia de la prosa traducida en el cuerpo del texto (cfr nota 1), en el caso del siguiente poema no traducimos lo que está en francés ya que Federman « repite » lo que dice en inglés.
OLD SKIN VIEILLE PEAU
sixty already soixante ans déjà
and still not a word et pas encore un mot
mumbling like a fool balbutiant comme un con
at best au plus
two or three groans deux out trois cris
that’s about all voilà c’est tout
lots of qua qua beaucoup de qua qua
that’s how it is voilà comment c’est
in the bubble of the skull dans la bulle du crâne
dragging yourself in verbal mud te traînant dans la boue verbale
looking for a word cherchant un mot
the first word le premier mot
a noun perhaps un nom peut-être
a verb un verbe
yes oui
an imperative un impératif
[1] Raymond Federman. “A Voice Within a Voice. Federman Translating/ Translating Federman”. Este artículo fue incluido en Critifiction: Postmodern Essays. Albany: State University of New York press. 1993. (Hay versiones on line)
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