Angustias femeninas

Conferencia de Claudio Godoy (psicoanalista en Buenos Aires, miembro de la EOL y la AMP) en Lima.

 

Fuente: http://nellimablog.com/2014/11/19/angustias-femeninas/

Sobre Mil Mesetas

Por Ani Bustamante

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Leo Mil Mesetas de Deleuze-Guattari, el efecto del texto va resonando en mi cuerpo, devengo maquina de escritura, me embriago de sonidos inaudibles. En el límite del territorio familiar, pueden pasar, por lo menos, dos cosas… o un repliegue aterrorizado para afirmar una despótica racionalidad sin riesgos, o de despliegue hacia ese territorio que sacude los viejos pilares en los que el yo se siente tan cómodo.

¿Cómo efectuar el movimiento?

Delueze-Guattari señalan que la música es una de las vías más propicias para realizar desterritorializaciones, ningún pueblo se levanta por una bandera roja, pero si por una marcha, afirman.

Al despertar de un sueño en el que la palabra «máquina» no dejaba de resonar y enlazarse a otros significantes, desayuno y pongo música. Entro a este Trazo para lanzar unos fragmentos de Mil Mesetas,  un video-arte de Jorg Staeger y darle lugar al movimiento.

Entre tanto,  sigo escribiendo algunas fugas para las próximas Jornadas sobre Deleuze en Lima

Un tejido presenta en principio un cierto número de características que permiten definirlo como espacio estriado. En primer lugar, está constituido por dos tipos de elementos paralelos: en el caso más sencillo, unos son verticales, otros horizontales, y los dos se entrecruzan, se cruzan perpendicularmente. 

En segundo lugar, los dos tipos de elementos no tienen la misma función; unos son fijos, y los otros móviles, pasando por encima y por debajo de los fijos.  En tercer lugar, un espacio estriado de este tipo está necesariamente delimitado, cerrado al menos por un lado: el tejido puede ser infinito en longitud, pero no en anchura, pues ésta está definida por el marco de la urdimbre; la necesidad de un ida y vuelta implica un espacio cerrado (y las figuras circulares o cilindricas también son cerradas). Por último, este tipo de espacio presenta necesariamente un revés y un derecho; incluso cuando los hilos de la urdimbre y los de la trama tienen exactamente la misma naturaleza, el mismo número y la misma densidad, el tejido reconstituye un revés al quedar sólo de un lado los hilos anudados….

…existe toda una navegación nómada empírica y compleja que hace intervenir los vientos, los ruidos, los colores y los sonidos del mar… el mar, arquetipo del espacio liso, ha sido también el arquetipo de todos los estriajes del espacio liso: estriaje del desierto, estriaje del aire, estriaje de la estratosfera (que hace que Virilio pueda hablar de un «litoral vertical» como cambio de dirección). En el mar fue donde primero se dominó el espacio liso, y donde se encontró un modelo de organización, de imposición del estriado, válido para otros sitios. Lo que no contradice la otra hipótesis de Virilio: al término de su estriaje, el mar vuelve a producir una especie de espacio liso, ocupado primero por el fleet in being, luego por el movimiento constante del submarino estratégico, que desborda todo cuadriculado, que inventa un neonomadismo al servicio de una máquina de guerra todavía más inquietante que los Estados que la reconstituyen en el límite de sus estriajes. El mar, luego el aire y la estratosfera vuelven a ser espacios lisos, pero para mejor controlar la tierra estriada, en la más extraña de las inversiones…

 

Celebrando el nacimiento de Chabuca Granda *

Por Ani Bustamante

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El 3 de septiembre es una fecha que se mantiene tatuada en la vorágine del tiempo, pues es la fecha del nacimiento de Chabuca Granda. Podemos contar los años, el paso del tiempo que fluye incesante como ese “Rio de vino” al que le cantaba. Podemos poner una medida al recuerdo, fijar una fecha para celebrar.

94 años.

Es hermosa la doble acepción de la palabra “contar”, podemos contar uno a uno al compás del minutero o podemos contar una historia. En la canción se entreteje estos dos formas de “contar”, se cuenta el tiempo con el ritmo, se cuentan historias con la letra. Es aquí donde el júbilo se apodera de mis dedos escribientes, cuando ante el inevitable compás del tiempo, asisto maravillada a la trama que compone la canción:

Tiempo-Ritmo-Letra

Entonces, el tiempo ya no trae angustia sino festejo, zamacueca, landó. Chabuca compone, compone el tiempo con su cadencia. Compone nuestra tristeza con su voz.

La mejor forma de recordar a Chabuca es celebrando, dando tiempo a su música para que componga nuestra alma. Y a ver si así despertamos del sueño adormecido, para caminar hacia el nacimiento, para alojar los días nuevos, aquello que ella intuyó y cantó. Estoy convencida de que Chabuca Granda se dirigía, con sus puentes, caminos, ríos y veredas, a la invención de algo nuevo. Celebrar el cumpleaños de Chabuca Granda es seguir descubriendo su legado y explorar lo inadvertido de su obra.

Señora Granda, usaré una hermosa frase de Borges: «Gracias por la música, misteriosa forma del tiempo» gracias por recomponer el tiempo, con su ritmo.

* articulo escrito para Lima en escena

Música no lineal (2): Ramon Humet

En una mañana de domingo, sin la esclavitud del reloj, una otra manera de habitar el tiempo, un nomadismo que me lleva al placer del texto, y a recorrer la red, sin intención de encontrar nada específico. Aparece, entonces, este interesante texto, que resuena intempestivamente con mis reflexiones sobre la música en Deleuze.

19 preguntes

(Artículo publicado en el suplemento Cultura’s de La Vanguardia, nº 430, 15 de septiembre de 2010. Edición impresa)

«Aquella señora tiene un piano / que es agradable, pero no es el correr de los ríos / ni el murmullo que los árboles hacen…». Estos versos de Fernando Pessoa dan fe de una sensibilidad parecida a la que viene gobernando la música occidental desde mediados del siglo pasado: la tendencia hacia el ruido. No entenderemos aquí por ruido el sonido feo, sino aquel que, como el murmullo de los ríos y los árboles, escapa a nuestro control. Esa tendencia de la música hacia el ruido se ha dado por dos vías opuestas. La primera es el uso de sonidos grabados directamente del entorno o producidos con objetos que no son, en principio, instrumentos musicales. Precisamente por no haber sido concebidos como instrumentos, los sonidos que emiten esos objetos son difíciles…

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Los sonidos de Chabuca*

Por Wili Jimenez

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“Los sonidos de Eros, un recorrido por la obra de Chabuca Granda” es un ensayo en el que la psicoanalista y escritora Ani Bustamante se ha adentrado en la dimensión humana de Chabuca Granda.

Entrevistada por LaMula.pe Bustamante explica que la obra de Granda aborda “lo femenino y su relación con lo masculino, ese es el latido de fondo. La pregunta por el cuerpo y sus resonancias a través de la música y la letra. Esto aparece a partir de algunos ejes más obvios como la añoranza, el recuerdo, el sonido, lo femenino y el mestizaje”. En su obra, lo dice Bustamante, lo andino, lo negro, lo europeo están presentes, prima su apertura a lo del otro. ¿Qué cantaría hoy Chabuca?, le pregunto.

“Esa pregunta hay que responderla desde el ‘mito’ Chabuca que cada uno va construyendo a partir de profundizar en su obra. Yo creo que Chabuca cantaría, por ejemplo, al amor en todas sus formas -aunque eso ya lo hizo-, y nos haría recorrer caminos para pensar la libertad de la mujer para decidir sobre su cuerpo, las uniones del mismo sexo, la globalización y el consumo. En fin, habría que reformular tu pregunta y decir: ¿qué canta Chabuca en nosotros, después de escucharla con detenimiento?”.

CANTE USTED, DOCTORA

Bustamante se dedica a la investigación de las relaciones entre arte, filosofía y psicoanálisis. Que forman una fina trama es algo que “sabemos desde Freud, quién nos muestra cómo el arte está siempre un paso adelante. Por eso la relevancia de la tragedia griega, de Dostoievski, Shakespeare. La filosofía como posición crítica y elaboración conceptual; como esa mayéutica socrática que inspira al psicoanalista; siempre en relación compleja y problemática. Todo aquel interesado por el psicoanálisis, participa de alguna manera con este tejido entre arte y filosofía”.

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El umbral

Por Mónica Arzani

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…era, el nuestro un simple y silencioso matrimonio de hermanos.

Julio Cortázar

Estoy frente al umbral de la casa. Con una mirada en los ojos, espero. Traigo la sed de la viajera, pero será inútil golpear a la puerta. Probablemente esté esperándome Irene, ovillando la lana, como siempre. Él no sé si estará. Necesito salvarme de esta quemazón que no cesa y sé que puedo hacerlo atravesando el umbral para usar el llamador. Pero no. Voy a fingir. Simular que no tengo nudos en la sangre, que este cuerpo mío no se pone insoportable como viento en el desierto. Sé que Irene me abriría la puerta, se sentaría comodamente en el sillón, me pediría que le sostuviera la madeja para convertirla en un ovillo y después de decirme lo encantada que está de verme, me hablaría de su hermano. También podría entrar forzando el portón de atrás y hacer de esta casa mi morada, convertirme en la intrusa, acostarme en la cama y pasar a ser sólo una plegaria, para que él no me vuelva la cara y no busque una posición cómoda para dormirse sin hablarme.

¡Por fin! Ahora sabemos donde se encuentra el amor romántico.

Por Andrea Amendola

2706350Actualmente circula en diversas revistas de interés general los estudios que Helen Fisher viene realizando sobre el amor romántico.Helen Fisher, antropóloga y directora del departamento de Investigación de la Universidad de Rutgers, en New Jersey (Estados Unidos), ha dedicado su vida a analizar la neurobiología del amor. Según su teoría, existen tres sistemas cerebrales relacionados con el amor que interactúan entre sí: el impulso sexual, el amor romántico y el cariño o apego tras una larga relación.

A partir de esta premisa, en 1998 inició una investigación con un grupo de 32 personas que declaraban estar enamoradas a las que se les hizo una resonancia magnética para ver qué conexiones se producían en el cerebro; 17 de ellas decían ser correspondidas y 15 habían sido rechazadas. Entre las que estaban enamoradas hallaron actividad en la zona tegmental ventral del cerebro, que produce dopamina, y en el núcleo caudado. Ambas zonas forman parte del sistema básico de recompensa, que se asocia con la motivación por conseguir unos objetivos. «El área de la zona tegmental ventral en la que encontramos actividad es la misma que se activa cuando la persona experimenta el llamado subidón de la cocaína», ha explicado.

Esto indica que «el amor romántico no es una emoción, sino que es un impulso, una necesidad fisiológica del ser humano».

Dopamina y rechazo

Entre las quince personas que habían sido rechazadas encontraron actividad cerebral en el área del mismo sistema de recompensa: en parte del núcleo accumbens, que se relaciona con las conductas adictivas (como las apuestas), en la corteza insular, que se asocia con el dolor físico, y en la corteza órbito-frontal lateral, relacionada con los pensamientos obsesivos. Esto explicaría por qué algunas personas siguen enamoradas a pesar de haber sido rechazadas ya que estas áreas siguen perteneciendo al sistema de recompensa, en el que actúa la dopamina. «A pesar de no recibir lo que uno quiere la dopamina sigue trabajando».

Según Fisher, algunos de los mecanismos que se activan en el enamoramiento son iguales en hombres y mujeres, como el núcleo caudado y el área tegmental ventral. Sin embargo, existen diferencias.

«En hombres hemos encontrado más actividad en parte del lóbulo superior, que se asocia con la integración de los estímulos visuales, mientras que en las mujeres, las áreas que entran en juego se relacionan con la memoria y los recuerdos». Además, ha añadido que las actividades cerebrales que se producen cuando se está enamorado sólo suceden una vez en la relación de pareja, pues «a lo largo del tiempo el amor se va convirtiendo en cariño y apego».

Por otra parte, Helen Fisher ha explicado por qué se dice que el amor es ciego. «Cuando estamos enamorados un área del cerebro se desactiva». Es una parte de la amígdala cerebral, que se relaciona con el miedo. Por eso «no vemos los aspectos que no nos gustan y aceptamos el resto».

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Vínculo y cuidados: ¿solo con otros?

Por José Enrique Ema

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Las relaciones sociales son la trama en la que nos constituimos los sujetos. Pero en este proceso es imposible que se pueda establecer una relación estable, definitiva y completa entre el sujeto y el mundo social. A la vez que dependemos de los otros, el sujeto emerge si hay separación, corte o discontinuidad en relación a lo social. Las palabras, los afectos, las interpelaciones que vienen de los otros son el material con el que se teje un sujeto, pero son insuficientes para procurar a este una existencia “completa”. No solo es que ocurra así (lo social-relacional falla) sino que es necesario que así sea (con ese fallo “acierta”). Por eso la interdependencia y el cuidado no logran completar una vida.

Pero si no hay completud en y desde lo social no es porque haya una sustancia íntima e individual que se resista a ello, sino porque, como no la hay, somos ya, desde el principio, imposibilidad de completamiento. Gracias a esto puede haber sujeto, decisiones que tomar y capacidad de actuar; justo porque no hay causa, ni social, ni individual, suficiente para determinar nuestras acciones. Podríamos decir, que en el sujeto habita una imposibilidad singular que no puede explicarse totalmente por sus relaciones, incluso por ese tipo de relación social que es uno mismo. Esto es la condición de la ambivalencia en la interdependencia y en el cuidado. Necesitamos el reconocimiento, pero también la separación y la autonomización, del otro. No todo puede o debe pasar por el otro. Seríamos un mero objeto para los otros, o lo serían los otros para uno mismo, alienado completamente al otro sin ningún límite, como cuidador o como (quien es) cuidado.

Podríamos decir entonces que no todo es cuidable y que, por ello, cuidar supone también descuidar un poco. Tenemos noticia de esto cuando nos confrontamos con ese punto de soledad inerradicable que nos impide reconocernos completamente en, o por, el otro que nos cuida o al que cuidamos. No todo en nuestra tristeza, envejecimiento, desamor… es cuidable, ni por el otro, ni ciertamente por uno mismo. No todo de nuestra finitud es restituible, ni por los otros, ni por el consumo, las pastillas o los “me gusta” en facebook. El cuidado tiene su límite y su condición en la construcción de una distancia con los otros y con uno mismo (con la soledad intransferible que vacía nuestra intimidad más íntima). Esta distancia nos separa pero es también el terreno del vínculo social en el que aprendemos a hacer con los otros y con uno mismo sin la aspiración a resolverlo todo, a cancelar las diferencias, o a encontrar un acomodo definitivo en algún tipo de armonía o equilibrio feliz.

Se trata, en definitiva, de inventar una manera de hacer con esto, extraño pero íntimo, que no se deja gobernar por relación alguna y que a la vez es constitutivo de lo que somos. Y ello no puede ocurrir sin otros. No solo sin aquellos con los que ponemos, y hacemos, en común (con) nuestra soledad, sino tampoco sin uno mismo como otro para sí.

El cuaderno

 Por Mónica Arzani

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La tarde se escurre entre el sonido del oleaje y la playa desvastada por los vientos y los guijarros. Estoy sentada en el banco de la galería, haciéndome preguntas, como siempre. Tengo sed de vida y eso me lleva a interrogarme. Ayer la familia, desoyendo mis palabras, vació el cuarto de la abuela. En el baúl, entre vestidos carcomidos y fotos que ya no recuerdan nada, apareció un cuaderno de tapas de hule y hojas amarillas y musgosas. Es justamente ese cuaderno el que hoy descansa entre los pliegues de mi falda y del que estoy tocando la viscosidad de sus páginas. Un goce blando me embiste, a pesar de que los caracteres del cuaderno resultan ilegibles en medio de esta galería ganada por las sombras. No me resigno, nunca lo hago y bajo al sótano para buscar una linterna. Ya estoy alumbrando la privacidad del cuaderno y aboliendo distancias, abro sus celosías y puertas imaginarias. Camino su intimidad y no puedo creer lo que frente a mí se muestra, bajo la maraña de la primera escritura hay otra. ¿Palimpsesto? Como un río subterráneo corre la otra historia. Van cayendo los velos. Todo cobra vida. Todo se convulsiona como antes en esta noche calma. Los golpes en la puerta de entrada, las amenazas, los rezos de la abuela, los pasos marciales buscando a Adrián por toda la casa, los llantos de mamá, la palidez y fragilidad de Adrián, escribiendo hasta último momento, guardando el cuaderno, para dejar su testimonio. Después el adagio de sus gritos vibrando hasta el final, aunque parecía no haber final para el dolor de su carne lacerada. Corro por la playa gritando tu nombre, Adrián, gritando por vos, por mí, por todos.

Chabuca Granda y sus recorridos.

Entrevista realizada por el programa Presencia Cultural a propósito del aniversario de la muerte de Chabuca Granda y el día internacional de la mujer. Tramado de música y psicoanálisis.

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